Nuestra ciudad se ha visto afectada, de forma brutal, por un crecimiento inmobiliario voraz, rampante e insaciable.
Toda la metrópolis está viviendo el ataque de trascabos y grúas que no dejan un solo terreno sin construir desarrollos que, la verdad, no parecen planeados ni estudiados.
¿Ya se fijaron de qué forma tan brutal se violó el paisaje de Coyoacán gracias a un rascacielos? El enrome edificio no sólo afea toda la zona colonial del barrio si no que fue construido en una de las zonas con más afectaciones de tránsito en la ciudad.
Cuando comience a funcionar a plena capacidad la salida del Circuito Interior que da a Universidad quedará prácticamente intransitable.
Una muestra más de como las autoridades se dejaron comprar por los desarrolladores que han transformado a la Ciudad de México en un infierno más grande (si es eso posible).
Ahora el tema que llama la atención es la plaza Artz Pedregal para la cual se sacrificó un enorme terreno, que funcionaba como área verde, para crear un exclusivo centro comercial de tiendas con artículos valuados en dólares, que no sólo afectó a los vecinos sino que también vino a violentar el tráfico de una zona que ya era muy complicada.
El caso es que parte de la plaza se vino abajo y resulta que ¡no hay responsables!
Esta es la oportunidad perfecta para la nueva administración –cuando inicie funciones– de dar a conocer cuál será su postura frente a los voraces desarrolladores.
Si la plaza Artz Pedregal vuelve a abrir sin problemas y como si nada hubiera pasado, será una clara muestra que nada ha cambiado. Qué todas las promesas han sido en vano.
Por lo contrario, si se realiza una acción enérgica que altere el concepto de la plaza y los obligue a realizar un proyecto más adecuado con su entorno o, de plano cancelarlo, sabremos que el nuevo gobierno estará a favor de sus ciudadanos y no de los grandes consorcios desarrolladores.